domingo, 15 de marzo de 2009

Un amargo trago de despedida

Era una persona, o por lo menos eso parecía, una persona de esas que te hielan la piel con la mirada. Sus cabellos dorados y su tez blanca reflejaban lo femenino de su belleza. El traje blanco con corbata negra de seda hacía contraste con su fama. Sus ojos penetrantes y de una oscuridad sin igual eran muy masculinos. Esa dualidad de seres lo hacían casi perfecto y por momentos olvidaba quien era en realidad ese individuo que entraba casi desapercibidamente al bar. Desde la barra lo miraba y él desde la entrada clavo sus ojos en mí. Sabía que vendría hacia la barra, así que apure a pedirle al cantinero una cerveza fría ya que el calor de esa mirada me había dejado sediento.

Cuando por fin lo tuve cerca percate su estatura, su complexión atlética y sus rasgos aun más marcados de elegancia malévola pero apacible. Se sentó a mi lado. Nunca me quito la mirada de encima, aun cuando no lo mire, lo sentí. Sentía esa mirada, pero esperaba escuchar su voz, tenía esa curiosidad.

Su voz salió de lo más profundo de su ser era una melodiosa voz arrogante y exigente, una voz lúgubre e insondable. Pidió un whiskey doble, el cantinero apuro una botella de black label que saco de su lado de la barra y poco después un vaso de whiskey doble estaba servido. Seguí con la mirada cada movimiento.

El sombrío personaje tomo el vaso de la barra, lo aproximo a su boca y de un solo impulso bebió el contenido. Ahora nos mirábamos frente a frente. Una sonrisa de mona lisa se plasmo en su boca. Mi ceja izquierda se espanto pero la derecha quedo inmóvil. Casi sin esforzarse pronuncio un hola. Yo con gran esfuerzo y estupefacción devolví el saludo.

Dos días atrás había recibido una respuesta de un juego llamado la ouija. Al principio me pareció una estupidez creer que mediante ese medio podría entrar en contacto con él. Simplemente la pedí prestada a uno de mis amigos que tiene predilección por lo pagano y prohibido. Estaba solo esa noche, llovía en pleno verano y casi era media noche cuando mi mano comenzó a jugar sobre ese tablero lleno de letras y de dibujos sombríos. Con una mano sobre un triangulo preceptor y con otra ocupada en un lapicero anotaba lo que ordenaba el ente que guiaba mi mano. Había seguido la dirección anotada en ese pedazo de papel, con intriga y miedo, pero aun así camine hasta ese bar faltando 15 minutos para la media noche.

Ahora estaba en la barra de ese bar y eran las 12 en punto cuando todo ocurrió, todo se vino de repente a mi cabeza mientras el sujeto a mi lado me miraba fijamente a los ojos y yo le devolvía la mirada.

- ¿Te vas a quedar mirándome para siempre o vamos a hablar?
Había hablado sin mover sus labios o era un juego de mi mente que estaba ocupada en otro tiempo y espacio. Aun así sabia que debía responder y dejar mis miedos a un lado, llenarme de valor o por lo menos acallar esa voz que me decía corre, huye.

- No temas. solo pregunta.

Parecía leer mis pensamientos.

- Buenas noches, gracias por cumplir.

- No hay que agradecer, el tiempo esta de mi lado. Buenas noches. Dejémonos de trivialidades y comienza con tu interrogatorio.

- Esta bien, primero que todo, ¿quién eres?

- Con quien querías platicar, tengo muchos nombres, ¿quieres que te los diga todos o seguimos con la charla?

- Nunca me imagine que tuviera un humor tan “negro”

- (Con una sonrisa casi imperceptible en sus labios) Nunca te imaginaste nada de mí, nunca me habías visto, hasta ahora tenias una concepción de mi un poco grotesca de todo lo que soy, de todo lo que hago.

- Es cierto, le doy la razón, pero como no quiere que le teman con esa reputación…

- El ser humano y su gran problema de juzgar sin antes conocer, son muy complicados y estresantes, siempre pensando que hacer el mal no es bueno. Pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio y ese soy yo.

- ¿Le parece que su trabajo es sucio?, se escucha casi humanista.

- Mi querido amigo, soy un humanista, quizás el ultimo humanista del mundo. Mi trabajo es sucio, soy el que recoge los trapos sucios y los mete a una lavadora, solo que en vez de limpiar, los termino de ensuciar.

Siempre que hacia un comentario esa sonrisa de mona lisa volvía para cerrar sus frases, disfrutaba su malicia, su simplicidad para hablar, su odio (imperceptible muchas veces) por el ser humano.

- ¿Odia al ser humano?

- No. El ser humano se odia a sí mismo, yo solo me aprovecho de ese odio, de sus pecados, de sus debilidades para hacerlo exterminarse a si mismo.

Cada vez que respondía a una pregunta unos escalofríos me recorrían por completo y agrietaban mi voz. El se dirigió al cantinero y le pidió otro whiskey doble. Volvió a tomárselo de un solo impulso como si fuera agua y dirigió su mirada hacia mi otra vez.

- ¿Siente odio por dios?

- El hace su trabajo, digamos que tiene un mejor publicista que yo. El se encarga de lo suyo y yo de lo mío, así funciona el mundo, el es la competencia. (risa macabra y fría)

- ¿Qué le depara al mundo, al ser humano, cual es el fin de esta competencia?

- Pues como en toda competencia, el fin es vencer. Pero no importa quién venza el fin es el fin. El ser humano se destruye a sí mismo y eso lo sabe hasta el de allá arriba. No hay más nada que hacerle.

Ya no quedaba mucha gente en aquel bar, se marchaban uno por uno los borrachines y las damas de mala reputación, en unos momentos el bar solo seria para los dos y el cantinero. El apuraba otro whiskey y yo otra cerveza, era el receso casi obligado para respirar un poco y tomar fuerzas.

- ¿Tiene a alguien que lo espere en casa? (apresure a preguntar después del acostumbrado whiskey)

- Me gusta la lujuria, el placer carnal, pero con tanto trabajo es casi un imposible lo que hago aquí esta noche, no creo en las relaciones de dos, más bien de tres, de cuatro etc.…. (risa macabra)

No puede evitar no reír, estaba bromeando, ya me había acostumbrado a ese humor macabro y negro.

- ¿Que hará después de lograr sus objetivos con la humanidad?

- A veces pienso que será muy aburrido y hasta extrañare sus imperfecciones, como ves me divierten, he aprendido a conocerlos, sus ambiciones, sus deseos, sus faltas. Estaré acompañado de muchos como yo cuando este planeta se extinga y de vez en cuando hacen falta las diferencias para divertirse.

Un silencio apabullante inundo el bar, solo se escuchaban los vasos golpear mientras el cantinero los limpiaba y acomodaba. Todos se habían marchado, el miedo, todo, excepto nosotros. La mañana se acercaba y el tiempo se acababa.

- ¿Es hora de irnos verdad?

Me miro fijamente y sus ojos flameaban, pero ya no había miedo. Mis ojos se humedecieron y acepte mi destino, ya no habría más respuestas y sin embargo seguía habiendo muchas preguntas.

- ¿Te tomas un último trago conmigo?....

Dave Guzman

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes un don para escribir te felicito, escribes realmente genial espero ver publicado algo tuyo alguna vez, Exitos en todo lo ke hagas...

Dave dijo...

Gracias Fabian, es un placer escribir y mas que eso que compartan ese placer a mi lado... Tambien espero publicar algo un dia y te prometo que seras e primero en recibir de mi parte una copia...

Anónimo dijo...

¡Wow! no hay segunda parte?? está incompleto, no seas egoísta!!!! me has dejado con las ganas húmedas...

Dave dijo...

Hahahaha... esa es la idea!! hahahaha