lunes, 16 de marzo de 2009

La dulce Aniquirona


XXVI

Hay una mujer en mi casa
que mira yo no sé hacia qué esquina, hacia qué
Mundo
Una mujer cuya espalda
la constituye el viento;
el árbol de la noche
como una oración para los casos difíciles.

Hay una mujer
que desconozco
y sin embargo sé que es un pretexto.

Como si soñarla no fuera suficiente
para acabar de comprenderla,
mi alma se remonta a las alturas
como buscando no sé qué colina
no sé que precipicio.

Hay una mujer que me ha desposado
cuando apenas descubrí
que nací para ser hombre o sueño.

Una mujer de pomarrosos y guáimaros gigantes
Una hembra suave y sudorosa
que pasa como un río
musitando leves vientos de nostalgia
para mi mundo verosímil y fantástico
Hay una mujer en mis sueños
Una mujer que mira yo no sé hacia que parajes
hacia qué rincones.

Una mujer a quien los árboles, los pájaros
e inclusive las esferas
le hablan a diario
con una vocación maravillosa
y le comunican los secretos inescrutables
de las piedras y los ríos

Hay una mujer que mira hacia mis mundos subterráneos
Y decanta con sus pechos balsámicos
todas las sombras que me habitan

Una mujer que sabe todos los misterios de mis
noches
La mansa luna atropellada
de mi angustia.

Autor: Winston Morales

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