jueves, 5 de julio de 2012

¡A la mierda la figura!



Vivimos en un mundo redondo, un planeta donde el círculo tal vez sea la figura geométrica más divertida que abunda.

El concepto de belleza se ha ido cambiando a través de los siglos por las culturas, un tiempo alaban la silueta delgada y casi huesuda de sus mujeres y aman a su vez la gruesa capa de grasa que un definía a un hombre como un buen espécimen y esto varia sin tantos cambios con el paso de los años.

Una persona gorda, redonda, obesa o grasosa, como algunos se atreven a llamar hoy en día, es una persona que los medios de comunicación y nuestra misma sociedad ha  tildado de “antiestética” y ha buscado la forma más absurda de enmarcarlo con símbolos y, la mayoría de veces, animales del reino animal.

Yo jamás he evitado molestar a las personas, soy de esos seres que va por el mundo burlándose de todos y todo. Pero al fin y al cabo, son mis bromas y las comparto conmigo mismo.

Siempre he admirado a la gente obesa, los veo como personas amables, con los mismos problemas del resto, pero gordos. Son personas que no les importa estar rellenos, no piensan en ir a favor de la corriente y eso lo valoro.

¿A quien no se le antojan tantas cosas ricas para comer? Yo mismo soy un comedor de dulces compulsivo, con la fortuna de tener el metabolismo de un niño. Si cada cosa que comiera me engordara yo no dejaría de comer, porque sinceramente lo más delicioso es lo que más engorda.

Hartad, comed como cerdos ¿Que importa la puta figura? -“Pero la salud” –Dirán algunos que quieren vivir por siempre. Pero que importa, la salud va y viene.

El mundo siempre tendrá más seres humanos, comamos pollo frito, hamburguesas, pastas. Comamos dulces por montones, chocolate blanco o negro, comamos churros bien cargaditos de azúcar, comamos chocorramo.

Bebamos cerveza por galones, alimentemos esa barriga, ese ser de otro mundo que solo es feliz comiendo cosas ricas, cosas llenas de calorías. Al demonio la leche deslactosada, a la verga la dieta, tal vez yo no muera por colesterol pero si moriré de diabetes.

¡Al mundo vinimos a culiar, comer y cagar y a la mierda la figura!


                                                                                                                           Dave 

viernes, 18 de mayo de 2012

Quiero escribir sobre ti



Quiero escribir sobre ti, textualmente hablando, escribir sobre tu cuerpo, escribir con estas ganas que mis manos tienen de ti.

Escribir que me encantas, de la "a" a la "z". Escribirte por ejemplo un beso en mayúsculas y  mi amor en cursivas.

Escribir un poema de Neruda, una canción de Sabina o una carta de amor al mejor estilo de un joven enamorado.

Quiero escribir sobre ti, sobre esta necesidad de llenar con tinta tu corazón y colorear con palabras este amor.

Escribirte sin comas, y en lugar de un punto final, celebrar estas ganas de ti con muchos puntos suspensivos…


By: Dave

viernes, 11 de mayo de 2012

Tal vez...


Tal vez no es insomnio, tal vez sean ganas de soñarte despierto.. Tal vez

Tal vez el romance sea cursi, tal vez el amor sea efímero, tal vez no exista el destino ni cupido, tal vez y solo tal vez.

Tal vez muera sin probar los besos de tu boca, tal vez yo sea tu loco y tu mi loca, tal vez de nada sirvan los "tal vez".. Tal vez de nada sirvan los despojos, los desalojos, los puntos sobre las íes, las lagrimas en los funerales, los principios sin finales..

Pero tal vez, de algo te sirva saber que tal vez podemos ser una linda historia de amor, un abrazo bajo el telón y un te quiero sin razón.

                                                                                                                                By: Dave


                                                                   

                                                                                                                              

domingo, 26 de febrero de 2012

LAS RISAS SON DE AYER.




-“El doctor Gregorio”. Dijo aquella anciana mientras yo posaba la mirada sobre una calcomanía en la vitrina donde reposaban sus rosas, apiladas sobre un pequeño puesto hecho a base de sus habilidades manuales. "Él es un santo, Gregorio el medico de los necesitados", agrego. Mi abuela me había contado, como muchas de sus abuelas lo habrán hecho, sobre el doctor Gregorio Hernandez, aquel que tantas ancianas todavía veneran como un santo, aquel de las estampitas que coleccionaban afanosamente junto con las de la virgen María. Mientras seguía mirando aquella imagen, venían a mí los recuerdos de una infancia, donde mi abuela tan sabiamente escondía aquellas estampitas de las que siempre me contaba historias, la del doctor Gregorio era una de sus favoritas.

Hasta hoy tengo la decencia de recordar una de esas historias de abuelas, de esas que nos espantaban, de brujas y duendes, de las que nos gustaba escuchar en reuniones familiares. Aquella vendedora de rosas me regalo un momento, con olores, sabores y mitos, por lo cual le regale una sonrisa y mi  merecida atención  por su detalle.


Luego de ese momento la calle no me pareció un mal lugar para visitar por la noche y las personas que rondaban me parecieron más familiares. Me subí a un taxi, le pregunte la tarifa al conductor y me senté atrás, cosa que hago cuando no estoy de humor para hablar con un taxista, algo raro en mí,  pero necesitaba ese momento, ese instante entre la anciana vendedora de rosas y yo.
Para hacerle entender al taxista mi apatía por sus ganas de entablar conversación, saque los audífonos y el reproductor de música y busque algo que me llevara al pasado, ahí estaba Beethoven con su novena sinfonía para transportarme. Los violines llenaban mis oídos, dispersándome en la noche, con mi cabello meciéndose por la fría brisa que entraba por cada ventana del taxy, aumentando con la velocidad del conductor, que sutilmente surcaba una ciudad tan vacía y lejana como mis ganas de hablarle; Yo no podía darme el lujo de dejar de pensar en aquella explosión neuronal que causo el pasado en mí.

Ahí estaba de niño mientras mi abue me contaba la historia, era aquella estampita que tanto valoraba, una de sus más bellas formas de curar mis fiebres, pues siempre metía aquella representación artística debajo de mi almohada para que aquel doctor me curara, yo, que conocía esa costumbre, acompañado de mi fiebre solía levantar la almohada y reconocer esa imagen de  un señor elegante, con la mirada llena de sabiduría y la vestimenta de un gran personaje con sombrero y corbata.  Para mí, como niño, era demasiado gracioso y terminaba devolviéndole el favor, así que me levantaba de la cama y ponía a Gregorio debajo de la almohada de ella, de donde nunca debió salir. Me burlaba desde muy niño de esas locuras de aquella señora que también reía de mis ocurrencias, era extraño para mí que me acolitara aquel comportamiento, de ahí aprendí buena parte de mi humor y tolerancia.

Hoy recuerdo eso con alegría, pues es importante tener esa sonrisa en los labios, aun cuando en un instante vayamos muy serios por la vida sin fijarnos en los detalles, en los recuerdos. Creo que a veces nos olvidamos de ser un poco niños, un poco curiosos, con tanto miedo que le encuentran al dicho aquel de que la curiosidad mato al gato. Yo creo, que es el miedo el que mato al gato, el miedo a sobrevalorar la curiosidad, el miedo a preguntar, a mirar, a conocer. Vamos por el camino sin ver esas pequeñas cosas que antes nos hacían tan felices, aquellos balcones del centro con flores rosadas a los que ya no miramos por no alzar la cabeza, aquellas personas que nos miran queriendo contar algo y simplemente por no perder un paso, huimos de aquella oportunidad.

Tal vez no me entiendan, tal vez ya no existamos los estúpidos que nos congelamos en los detalles, en los momentos, en los recuerdos. Tal vez hay más miedos que ganas, no sé, a veces se me da la nostalgia, a veces creo que debí vivir en esos tiempos de nuestros abuelos contadores de historias, de magia, de cenas y risas, en la cual los niños nos volvíamos locos escuchando a un anciano hablar.  Tal vez solo quiera ver el pasado volver, aquellas épocas en que todos llorábamos de la risa o nos hacían reír mientras llorábamos, recuerdan que simple era?








lunes, 16 de enero de 2012

Lo malo de no ser..


"Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía".
                                                                                                             Ángel Ganivet

Vivimos en un mundo donde ser hipócritas es la red social de moda. Las tristezas se ventilan a diestra y siniestra por que es mas fácil ser queridos por lastima que ser amados por quien realmente eres. Nunca fui muy amante de la gente falsa, no he podido ser como la mayoría de las personas que tienen que comportarse como perros y olerles el culo a los demás para ser de la manada. 

Lo malo de no ser como la mayoría es que vives en un estado constante de peligro, la envidia te rodea porque la gente idiota odia lo que no entiende, como sus vidas mismas. Si ellos están llenos de problemas y complejos no pueden aceptar que alguien no tenga sus mismos miedos. Le temen a alguien que se ama y que le sonríe a la vida. Desconfían de los vivos, de los que respiramos y amamos la libertad de ser quienes realmente somos. Se sienten tan pocas cosas aun teniendo mas dinero y mas comodidades que las personas felices por que no entienden que la felicidad no se compra.

Lo malo de no ser del montón es ser feliz, es disfrutar una puesta de sol, es querer vivir. Lo malo es no aprender a disfrutar como la mayoría, no de los lugares, sino mas bien siendo vistos. Ya no esta de moda tomar sin ser percibidos, la moda ahora es aparentar que el alcohol nos llena de euforia y de valentía para acostarnos con alguien, la moda esta en no tener autoestima, la moda esta en ser percibidos no como el alma de la fiesta sino como el espectáculo triste y decepcionante del lugar. 

Lo malo de no ser como los demás, es no tener el pésimo gusto musical y la poca vergüenza al vestir. Lo malo de hoy es no saber quien es Lady Gaga, o donde queda Mister Babilla. 

Lo malo de no ser del montón es tener una pizca de sentido común que nos guia y nos dice: "no seas del montón"!

                                                                                                                                                                                         
                                                                                                                                                                          Dave Guzman.